Textos

Tres poemas

Por Vanessa Fernández Carlos*

 

I

El agorero de Santa Mónica

 

Veintiún espirales a la

izquierda

treinta y cuatro espirales a la

derecha

disposición seminal en Fibonacci

 

Los algoritmos escurren

por el tallo

disecando el amarillo

secreto de las flores

 

Alas traslúcidas

dibujan infinitos ochos

encima de las

coronas despeinadas

 

Se desvienta el polen

tímidamente

bañando el campo

de néctar y saliva

 

Del anémico 

lienzo de Vincent

emergen

los perfumados matices

que se cuelan del

florero a mi memoria

tan desgastada como

aquel lienzo atormentado

de cuyas pinceladas

surgió la locura

                 

El brillo de un charco

arcoirisa mis ojos 

reflejados

mientras estoy en otra parte             

 

Gira el astro enardecido

invocando la lluvia del subsuelo

relojiza

el minuto de la orquídea

la hora del bambú

los días del crisantemo

el año del ciruelo 

 

¿Cuánto silencio

tardamos en florecer? Me pregunto

 

Apolo con sus cabellos

cromados

acaricia

al cabizbajo agorero

 

Hilo de Dios pendulante

                              

Con su momificado tallo

y sus pétalos imantados

golpetean

la roja tierra de Velarde

 

La miel pitagóricamente fragmentada encripta el misterio de las estrellas

 

Iridiscente

centellea el cuerpo del

colibrí

prensado en las fauces

de un gato

que me brinda

cual presente

 

Como cazador

siempre he sido

un muerto

de hambre

 

Alquimia incierta

en ausencia del astro

los girasoles se contemplan

recargándose entre sí

 

Células doradas del panal

a las vísceras del Partenón

la sagrada geometría

sella sus labios de cera

 

La muerte laberíntica

de áurea proporción

recorre sus

cámaras equiángulas

hilvanando el camino del

nautilus

por donde la vida se filtra

al fracturar una conchita en sagital  

 

El DNA de un ángel

la caracola, los mira/soles y la luna

circunvolucionarán  

efímeramente

sin dar un mal giro        

                               atrás

 

 

II

 

Inmersión

 

No juguetean más las muñecas con mi niña

               la locura pupiló

zambullendo sus guantes de agua

en la ciénaga de mi cristalino      

del juego al sueño

del sueño al murmullo eterno

 

 

III

A veces es demasiado tarde

 

Rompe la tarde

su vestido en llamas

astral ceniza

***

***

*Vanessa Fernández Carlos es poeta y médico cirujano; maestra en filosofía e historia de las ideas; doctorante en Artes en teorías estéticas por la Universidad de Guanajuato, y estudiante de Literaria Centro Mexicano de Escritores. Estos poemas son fruto de su trabajo en el taller de poesía mística de David Meza.