
Por Ricardo García*
El poder de la literatura es inmenso. Narramos para descubrir y compartir lo que somos. El ser es creación, es revelación. Al hacer literatura, de cierta manera nos descubrimos como dioses. No hay límite con respecto a lo que podemos imaginar ni narrar. Podemos romper las barreras de lo conocido, establecidas por la historia y por la ciencia. Esta es la premisa de la ficción especulativa, no se sujeta a lo convenido. ¿Con qué fin? Explorar ideas y llevarlas hasta sus consecuencias más insólitas. Este subgénero literario nos invita a crear nuevos mundos o a recrear mundos conocidos.
Podemos abordar sucesos históricos y añadirles elementos fantásticos. Tal es el trabajo del autor Pedro Paunero (México, 1973) en su obra Señor de las máscaras (2018), en la que sitúa a sus personajes en el contexto de la Revolución Mexicana. Este período histórico constituye un tiempo legendario, de ideales; una era de aventureros y de confrontación de voluntades e intenciones. Paunero inserta ahí a Pain, un periodista estadounidense, cuya misión es hallar al desaparecido escritor Ambrose Bierce.
En sus andanzas, Pain llega al Hotel del Norte, en donde encuentra a la escritora Katherine Ann Porter vestida de china poblana y bailando al son del piano de un joven Silvestre Revueltas. Charla con John Reed y descubre la presencia de espías alemanes. En este mundo alternativo, Julio Verne no es un escritor, sino un cronista, y el villano Orfanik, de El Castillo de los Cárpatos, es un activo aliado de las fuerzas huertistas. En el mismo hotel se hospeda Zadoc Dederick, quien fabrica hombres mecánicos a vapor, al igual que una versión de Clavileño el alígero, caballo de madera y latón en el que escapa Pain con su amante, Valentina (sí, la de la canción).
El periodista se une a las fuerzas de Villa, y en el camino, es testigo del encuentro entre Buffalo Bill y Venustiano Carranza. En plena batalla, las fuerzas huertistas derriban los aeroplanos de Villa con espejos ustorios fabricados por Orfanik. Villa responde con una infantería de hombres mecánicos. A manera de oráculo, Pain se encuentra y conversa con D.H. Lawrence y Bruno Traven, con quienes realiza un rito de iniciación.
Más allá de su tarea original y del conflicto en el que le tocó participar, John Pain va en busca de sí mismo y de su destino.La literatura latinoamericana es rica en invención y magia. No veo obstáculo para reinventarnos y reimaginarnos con elementos del steam punk o el weird western, como nos muestra Paunero en su obra. Al contrario, se trata de una nueva oportunidad de averiguar qué más somos.
*Ricardo García es egresado del diplomado en escritura de Literaria Centro Mexicano de Escritores.