Textos

Dejarse llevar

Rogelio Suárez*

El primer encuentro con la obra de Francisco Tario podría ser desconcertante. No hay que resistirse ante una literatura distinta. Hay que dejarse llevar. Sus relatos no imitan la realidad ni buscan reflejarla de manera exacta. Por el contrario, la distorsionan, la fraccionan y la reconstruyen como si se tratara de un sueño que apenas se recuerda. Los personajes que pueblan sus páginas son seres marginales, solitarios, a menudo atormentados por su propia oscuridad que los hace vivir experiencias extremas. Este autor cuestiona la percepción que tenemos del mundo y muestra la gran profusión de significados que se esconden detrás de lo cotidiano

La obra de Tario se clasifica dentro del género fantástico. Sin embargo, su literatura desafía cualquier denominación o adjetivo; se resiste a ser domesticada por definiciones estrechas. Como un alquimista, mezcla lo habitual con lo extraordinario, lo trivial con lo sublime, sin preocuparse por las barreras que la crítica trata de imponer. Su narrativa no se limita a lo sobrenatural o lo maravilloso, sino que más bien explora las zonas limítrofes entre lo real y lo imaginario, lo consciente y lo inconsciente. Los elementos fantásticos en sus relatos surgen de manera orgánica; como una extensión de la propia realidad, se entrelazan con lo ordinario de forma inquietante y sugerente. Esta elección estética le permite explorar las profundidades de la psique humana y revelar los temores o el desasosiego ocultos en la vida cotidiana.

Aquí abajo, novela publicada en 1943, nos presenta una atmósfera de alienación y desesperanza. Demasiado cercana a la realidad para ser considerada como fantástica, sus personajes viven en un mundo donde el día parece detenerse y el tiempo se convierte en un ente extraño que no avanza ni retrocede, sino que gira sobre sí mismo en espiral. La atmósfera refleja un México que ya no existe o que nunca fue. Es una realidad deformada donde la moralidad se disuelve, los actos humanos parecen absurdos y, la vida misma, un sueño del que no se llega a despertar.

Antonino, el protagonista, es un ser solitario, introspectivo y alienado que vive en un constante estado de incertidumbre. Su vida parece no tener propósito, las relaciones con su familia y conocidos se caracterizan por la desconexión y el vacío emocional. Se enfrenta a una serie de experiencias que no puede comprender completamente, lo que lo convierte en un observador extraño y desconcertado de su propia desgracia. En contraparte, su esposa Elvira es una figura compleja, en apariencia sumisa y despojada de su individualidad. Es a un tiempo misteriosa y seductora, pero también frágil y vulnerable. Una figura materna, resignada con la vida que le tocó, pero también la amante inaccesible y fatal. Sin embargo, es importante destacar que la representación de la mujer en la obra de Tario no es homogénea. En algunos relatos, las mujeres son figuras activas y poderosas, capaces de desafiar las convenciones sociales. En otros, son víctimas de las circunstancias o de los deseos de los hombres. Esta ambivalencia en la representación femenina refleja la complejidad de la propia figura femenina en la sociedad de su tiempo. Elvira representa esta ambivalencia.

Aquí abajo desafía cualquier intento de clasificación simplista. Encasillarla en algún género literario sería negar su complejidad y riqueza. Es una exploración audaz de los juegos de la mente humana y una invitación a cuestionar nuestras propias percepciones. Ante una obra literaria de tales dimensiones, hay que dejar de lado el análisis y la crítica. Debemos leerla sin prestar oídos a lo que nos han dicho de ella y permitir que el texto nos sorprenda, nos atraiga o nos rechace. Hay que experimentar de primera mano en todos sus matices el universo narrativo fuera de lo común de Francisco Tario. No hay que resistirse al texto ni llegar a él con ideas preconcebidas. Al leerlo, hay que dejarse llevar.

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*Escritor egresado del diplomado en escritura de Literaria Centro Mexicano de Escritores.